MANIFIESTO DE CAMPAÑA
Más de 400 ONGD federadas en la COORDINADORA DE ONGD DE ESPAÑA y en sus COORDINADORAS AUTONÓMICAS FEDERADAS, y otros actores representativos de la sociedad civil española, en estrecha coordinación con las organizaciones y movimientos sociales de más de 100 países que realizamos conjuntamente el “Llamamiento Mundial de Acción contra la Pobreza",
SUMANDO NUESTRAS VOCES MANIFESTAMOS:
QUE la persistencia de la pobreza y la desigualdad en el mundo de hoy no se puede justificar. Pese a los esfuerzos realizados durante décadas, la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando. Hoy, más de 3.000 millones de personas carecen de una vida digna a causa de la pobreza. Hambre, SIDA, analfabetismo, discriminación de mujeres y niñas, depredación de la naturaleza, desigual acceso a la tecnología, desplazamientos masivos a causa de los conflictos, migraciones provocadas por la falta de equidad en la distribución de la riqueza a nivel internacional... Son las diferentes caras de un mismo problema: la situación de injusticia que sufre la mayor parte de la población mundial.
QUE el desarrollo sostenible en el planeta está seriamente amenazado porque una quinta parte de la población mundial consume irresponsablemente, con la consecuente sobreexplotación de los recursos naturales.
QUE las razones de la desigualdad y la pobreza se encuentran en la forma en que los seres humanos organizamos nuestra actividad política y económica. El comercio internacional y la especulación financiera que privilegia las economías más poderosas, una deuda externa asfixiante e injusta para muchos países empobrecidos, así como un sistema de ayuda internacional escaso y descoordinado hacen que la situación actual sea insostenible.
QUE para lograr la eficacia de las políticas de Desarrollo Internacional, el Desarrollo Humano Sostenible y Bienes Públicos Globales es imprescindible avanzar en la consecución de una gobernanza global democrática y participativa.
QUE el crecimiento económico espectacular generado en los últimos años no ha contribuido a garantizar los derechos humanos ni a mejorar las condiciones de vida en todas las regiones del mundo, ni para todas las personas sea cual sea su condición, género, raza o cultura. Más bien al contrario, ha aumentado la desigualdad y la injusticia hasta cotas escandalosas. El camino de la paz pasa por luchar contra la pobreza y la falta de equidad.
QUE luchar contra la pobreza, en sus distintas dimensiones, significa actuar contra la exclusión de las personas, a favor de las garantías de sus derechos económicos, sociales y culturales que se traducen en protección, trabajo digno, renta, salud y educación, poder, voz, medios de vida, en condiciones de igualdad. Es un compromiso irrenunciable e impostergable: toda la sociedad en su conjunto es responsable de su consecución.
POR TODO ELLO se hacen eco del compromiso adquirido por los Gobiernos y Estados firmantes de la Declaración del Milenio de Naciones Unidas en el año 2000, respecto al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, como un primer paso, para erradicar el hambre y la pobreza.
SOLICITAMOS:
- MÁS AYUDA oficial al desarrollo, priorizando a los sectores sociales básicos, hasta alcanzar el compromiso del 0,7%.
- MEJOR AYUDA, desligada de intereses comerciales, orientada a los países más pobres y coherente con los Objetivos del Milenio.
- MÁS COHERENCIA en las diferentes políticas de nuestros gobiernos para que todas ellas contribuyana la erradicación de la pobreza.
- CANCELAR LA DEUDA IMPAGABLE: los países ricos, el Banco Mundial y el FMI deben cancelar el 100% de la deuda de los países más pobres.
- DEUDA POR DESARROLLO: invertir los recursos liberados por la cancelación de la deuda de los países empobrecidos para alcanzar los Objetivos del Milenio.
- CAMBIAR LAS NORMAS DEL COMERCIO internacional que privilegian a los países ricos y a sus negocios e impiden a los gobiernos de los países empobrecidos decidir cómo luchar contra la pobreza y proteger el medio ambiente.
- ELIMINAR LAS SUBVENCIONES que permiten exportar los productos de los países ricos por debajo del precio de coste de producción, dañando el sustento de las comunidades rurales en los países empobrecidos.
- PROTEGER LOS SERVICIOS PÚBLICOS de liberalizaciones y privatizaciones con el fin de asegurar los derechos a la alimentación, y de acceso al agua potable y a medicamentos esenciales.
- FAVORECER EL ACCESO A LA TECNOLOGÍA por parte de los países menos desarrollados, de acuerdo a sus necesidades, para que puedan disfrutar de sus beneficios.
Etiquetas: DDHH, Globalización, Sociedad
TRIBUNA
ENRIQUE JAVIER DÍEZ GUTIÉRREZ
Diario de León, domingo 19 de octubre
En el año 2000 los Gobiernos y Estados firmaron la Declaración del Milenio de Naciones Unidas, y se comprometieron con el cumplimiento de los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio, como un primer paso para erradicar el hambre y la pobreza. A día de hoy no sólo se mantiene la pobreza y la desigualdad en el mundo sino que la brecha entre ricos y pobres sigue aumentando. Hoy, más de 3.000 millones de personas carecen de una vida digna a causa de la pobreza. 800 millones de personas no tienen acceso a la comida suficiente para alimentarse. 1.100 millones de personas sobreviven con menos de 1 dólar diario. 1.200 millones de personas no tienen acceso al agua potable. 10 millones de niños y niñas mueren antes de cumplir los cinco años por causas evitables. Hambre, SIDA, analfabetismo, discriminación de mujeres y niñas, depredación de la naturaleza, desigual acceso a la tecnología, desplazamientos masivos a causa de los conflictos, migraciones provocadas por la falta de equidad en la distribución de la riqueza a nivel internacional... Son las diferentes caras de un mismo problema: la situación de injusticia que sufre la mayor parte de la población mundial.
Mientras, asistimos con absoluta perplejidad a uno de los espectáculos más bochornosos de este nuevo comienzo de siglo: los Estados acuden sin demora al rescate de empresas y bancos, financiando a quienes se han hecho de oro con los inmensos beneficios de la especulación financiera que han obtenido hasta ahora. Gobiernos conservadores y socialdemócratas se apresuran a garantizar los beneficios del sector financiero obligando a la ciudadanía a asumir las deudas generadas por este sector con nuestros impuestos.
La transferencia público-privada de más de medio billón de euros parece ser realmente el verdadero «Objetivo del Milenio» para reanudar el ciclo de beneficios, y para esto no faltarán fondos. ¿Salvar a los bancos? Por supuesto, hay que proteger a los clientes de los bancos. Pero en realidad, lo que los Estados están haciendo es proteger a los ricos y nacionalizar las pérdidas. Por ejemplo, el estado Belga no tenía 100 millones de euros para ayudar a la gente a mantener su poder adquisitivo, ni los estados Europeos encontraban dinero para cumplir los Objetivos del Milenio, pero para salvar a los bancos, el Estado Belga ha encontrado 5.000 millones en dos horas y Estados Unidos 700.000 millones en pocos días. Miles de millones que nosotros tendremos que reembolsar. Lo irónico es que la mayoría de estos bancos y empresas eran hace tiempo empresas públicas que funcionaban muy bien. Gracias a ello, sus dirigentes han hecho negocios durante veinte años. Y ahora que la cosa no funciona, ¿se le pide a estos dirigentes que paguen los platos rotos con el dinero que han estado ganando y que se han guardado? No, se nos pide que paguemos nosotros.
Por eso, como dice la campaña «Pobreza 0» las razones de la desigualdad y la pobreza se encuentran en la forma en que los seres humanos organizamos nuestra actividad política y económica. El comercio internacional y la especulación financiera que privilegia las economías más poderosas, una deuda externa asfixiante e injusta para muchos países empobrecidos, así como un sistema de ayuda internacional escaso y descoordinado hacen que la situación actual sea insostenible.
Esto significa que luchar contra la pobreza, exige simultánea y mantenidamente luchar contra la riqueza. Y esto implica luchar contra el sistema capitalista. Porque no es posible ese denominado «capitalismo sobre bases éticas». Hace ciento cincuenta años que nos lo prometen. Hasta Bush y Sarkozy lo han hecho. Pero en realidad, es tan imposible como un tigre vegetariano. Y es que el capitalismo se apoya en tres principios: 1. La propiedad privada de los grandes medios de producción y de financiación. No es la gente la que decide, sino las multinacionales. 2. La competitividad: ganar la guerra económica, es decir, eliminar a la competencia. 3. El máximo beneficio: para ganar esta batalla no basta con tener unos beneficios normales o razonables, sino una tasa de beneficios que permita distanciar a las empresas de la competencia. El capitalismo no es sino la ley de la selva, como ya escribía Karl Marx: «Al capital le horroriza la ausencia de beneficio. Cuando siente un beneficio razonable, se enorgullece. Al 20%, se entusiasma. Al 50% es temerario. Al 100% arrasa todas las leyes humanas y al 300%, no se detiene ante ningún crimen.»
¿La alternativa? La humanidad necesita verdaderamente otro tipo de sociedad. El sistema actual fabrica miles de millones de personas pobres, hunde en la angustia a aquellos que tienen (provisionalmente) la suerte de trabajar, multiplica las guerras y arruina los recursos del planeta. Pretender que la humanidad está condenada a vivir bajo la ley de la selva, es tomar a la gente por imbéciles. ¿Cómo debería ser una sociedad más humana, que ofrezca un porvenir digno para todos y todas? Este es el debate que tenemos todos la obligación de lanzar. Los trabajadores y las trabajadoras no tenemos culpa de la crisis.
Ni hemos intervenido en generarla ni tenemos por qué pagarla. Pero se nos está presionando para que lo hagamos: dando nuestro dinero para financiar a los ricos y diciendo en breve que no se puede sostener la seguridad social y las pensiones, exigiéndonos aún mayor moderación salarial, recurriendo todavía a un mayor abaratamiento del despido, aumentando la jornada laboral. Para evitarlo hay que organizarse y movilizarse. Es necesario clamar: «movilízate, que no te hagan pagar la crisis».
Etiquetas: DDHH, Globalización, Sociedad
17 de Octubre, Dia Internacional para erradicar la pobreza
0 comentarios Publicado por douglas en 0:21«La pobreza constituye una ofensa, no es el resultado de las fuerzas de la naturaleza
sino de la acción u omisión de los hombres, en particular de aquellos que ocupan posiciones
de liderazgo en la política, la economía y otras esferas de la actividad humana»
Nelson Mandela
El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza ha sido observado cada año desde su declaración por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el propósito de promover una mayor conciencia sobre las necesidades para erradicar la pobreza y la indigencia en todos los países, en particular en los llamados países en desarrollo.
La pobreza, dicen los tecnicismos, es la carencia de recursos necesarios para satisfacer las necesidades de una población o de un grupo de personas, sin la capacidad y oportunidad de producirlos por sí mismos. Esto se plasma en la falta de salud, de vivienda, de ingresos, de empleo, de agricultura estable, de nutrición, de tecnología, de educación y de viabilidad. El Banco Mundial entiende que existen diferentes tipos de pobreza: absoluta, relativa, educativa, moderados, de espacio habitacional, de servicios, de seguridad social, de salud, por ingresos, etc, todas conceptualizaciones de un problema no tan complejo como parece ser y cuyas consecuencias son menos abstractas (narcotráfico, muerte, prostitución, explotación infantil, etc). La pobreza es, en definitiva, un amplio abanico de circunstancias asociadas con la dificultad al acceso y carencia de recursos para satisfacer las necesidades básicas que inciden en un deterioro del nivel y calidad de vida de las personas.
El día internacional para la erradicación de la pobreza pretende que la comunidad internacional tome conciencia y cartas en el asunto respecto del problema que aqueja a todos estos hombres, mujeres y niños que padecen el acoso del hambre y las enfermedades; pretende que no sean solo estadísticas de una realidad que, porque lo es desde el inicio de los tiempos, debe seguir siendo aceptada. La Organización de las Naciones Unidas tiene el objetivo de reducir a la mitad el número de pobres en el mundo para el año 2015. No es una utopía ni mucho menos; solo depende de decisiones políticas, dado que terminar con la pobreza es mucho más económico y, a mediano plazo, rentable que invertir en armamentos. Obviamente que sea posible puede resultar inconveniente para algunos países donde el poder se construye o se mantiene en la ausencia de libertad que padecen los pobres.
Nosotros como ciudadanos tenemos el derecho y el deber de presionar a los responsables políticos para que cumplan con las promesas y los compromisos adquiridos. También para hacer una observancia más crítica de nuestros respectivos gobiernos y el uso del dinero público en funciónd de auténticas necesidades: necesitamos ayudar a definir el rumbo de las políticas públicas y colaborar en la jerarquización de las necesidades. Como sea, no podemos quedarnos de brazos cruzados, asumiendo que las cosas no pueden cambiar o que es natural el actual orden de las cosas. Desde el día 13 y hasta el 19 de octubre, multitud de colectivos sociales en todo el mundo se movilizaron para recordar a los dirigentes políticos la obligación que tienen de cumplir sus promesas. El viernes, Día Internacional contra la Pobreza, en varias ciudades españolas -por ejemplo- las personas salieron a la calle para reclamar el fin de la pobreza. Este tipo de movilizaciones son más útiles y motivadoras que, vaya otro ejemplo, las frecuentes marchas pagadas y organizadas en Venezuela para "respaldar" los berrinches del gobierno en contra del "imperio". Necesitamos construir un tipo de acción política y una ciudadanía que trascienda la visión miope de los gobernantes de turno, si estos fallaran en ofrecer un tipo de liderazgo verdaderamente universal y humanitario
Etiquetas: DDHH, Globalización, Sociedad