«La pobreza constituye una ofensa, no es el resultado de las fuerzas de la naturaleza
sino de la acción u omisión de los hombres, en particular de aquellos que ocupan posiciones
de liderazgo en la política, la economía y otras esferas de la actividad humana»
Nelson Mandela
El Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza ha sido observado cada año desde su declaración por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el propósito de promover una mayor conciencia sobre las necesidades para erradicar la pobreza y la indigencia en todos los países, en particular en los llamados países en desarrollo.
No es propiamente un día para festejar, como sí para reflexionar acerca de las iniciativas ya emprendidas y tomar fuerzas para seguir adelante. Las cifras no son halagadoras: 3000 millones de personas viven hoy en el mundo con menos de dos dólares por día; 8 millones de niños mueren cada año a causa de las condiciones paupérrimas de su existencia. Entretanto, 150 millones de niños se encuentran afectados de malnutrición y 100 millones más viven en la calle en la más absoluta indigencia. 1200 millones no tienen acceso a agua potable; 1000 millones carecen de vivienda; 2000 millones de personas anémicas por falta de hierro en su dieta; 800 millones no tienen acceso básico a la salud; 2000 millones carecen de acceso a medicamentos...mientras continúan en ascenso los gastos para seguridad, equipamientos militares y preparativos de guerra en muchas naciones.
La pobreza, dicen los tecnicismos, es la carencia de recursos necesarios para satisfacer las necesidades de una población o de un grupo de personas, sin la capacidad y oportunidad de producirlos por sí mismos. Esto se plasma en la falta de salud, de vivienda, de ingresos, de empleo, de agricultura estable, de nutrición, de tecnología, de educación y de viabilidad. El Banco Mundial entiende que existen diferentes tipos de pobreza: absoluta, relativa, educativa, moderados, de espacio habitacional, de servicios, de seguridad social, de salud, por ingresos, etc, todas conceptualizaciones de un problema no tan complejo como parece ser y cuyas consecuencias son menos abstractas (narcotráfico, muerte, prostitución, explotación infantil, etc). La pobreza es, en definitiva, un amplio abanico de circunstancias asociadas con la dificultad al acceso y carencia de recursos para satisfacer las necesidades básicas que inciden en un deterioro del nivel y calidad de vida de las personas.
El día internacional para la erradicación de la pobreza pretende que la comunidad internacional tome conciencia y cartas en el asunto respecto del problema que aqueja a todos estos hombres, mujeres y niños que padecen el acoso del hambre y las enfermedades; pretende que no sean solo estadísticas de una realidad que, porque lo es desde el inicio de los tiempos, debe seguir siendo aceptada. La Organización de las Naciones Unidas tiene el objetivo de reducir a la mitad el número de pobres en el mundo para el año 2015. No es una utopía ni mucho menos; solo depende de decisiones políticas, dado que terminar con la pobreza es mucho más económico y, a mediano plazo, rentable que invertir en armamentos. Obviamente que sea posible puede resultar inconveniente para algunos países donde el poder se construye o se mantiene en la ausencia de libertad que padecen los pobres.
La pobreza, dicen los tecnicismos, es la carencia de recursos necesarios para satisfacer las necesidades de una población o de un grupo de personas, sin la capacidad y oportunidad de producirlos por sí mismos. Esto se plasma en la falta de salud, de vivienda, de ingresos, de empleo, de agricultura estable, de nutrición, de tecnología, de educación y de viabilidad. El Banco Mundial entiende que existen diferentes tipos de pobreza: absoluta, relativa, educativa, moderados, de espacio habitacional, de servicios, de seguridad social, de salud, por ingresos, etc, todas conceptualizaciones de un problema no tan complejo como parece ser y cuyas consecuencias son menos abstractas (narcotráfico, muerte, prostitución, explotación infantil, etc). La pobreza es, en definitiva, un amplio abanico de circunstancias asociadas con la dificultad al acceso y carencia de recursos para satisfacer las necesidades básicas que inciden en un deterioro del nivel y calidad de vida de las personas.
El día internacional para la erradicación de la pobreza pretende que la comunidad internacional tome conciencia y cartas en el asunto respecto del problema que aqueja a todos estos hombres, mujeres y niños que padecen el acoso del hambre y las enfermedades; pretende que no sean solo estadísticas de una realidad que, porque lo es desde el inicio de los tiempos, debe seguir siendo aceptada. La Organización de las Naciones Unidas tiene el objetivo de reducir a la mitad el número de pobres en el mundo para el año 2015. No es una utopía ni mucho menos; solo depende de decisiones políticas, dado que terminar con la pobreza es mucho más económico y, a mediano plazo, rentable que invertir en armamentos. Obviamente que sea posible puede resultar inconveniente para algunos países donde el poder se construye o se mantiene en la ausencia de libertad que padecen los pobres.
El día internacional para la erradicación de la pobreza es el día de la lucha contra la explotación, la violencia y la ignorancia. Es el reconocimiento de que la pobreza es un flagelo que ya no tiene justificativo alguno aunque la brecha entre los ricos y pobres sea cada vez más acentuada. Hambre, SIDA, analfabetismo, discriminación, desplazamientos masivos, migraciones...son caras de una misma moneda. Es insostenible la paradoja en la cual se ha generado más riqueza en toda la historia de la humanidad y se registran los porcentajes más altos de pobres en toda la misma historia. El día internacional para la erradicación de la pobreza es la ocasión para solicitar ayuda oficial para el desarrollo, desligado de intereses comerciales; el día internacional para la erradicación de la pobreza es propicio para pedir la condonación total de las deudas contraídas por los países pobres con los estados que alguna vez en la historia se enriquecieron a su costa. El compromiso asumido por el G8 en relación a la condonación de la deuda de los paises más pobres, debe ser objeto de la mayor vigilancia internacional hasta su efectivo cumplimiento; y si fallaran las instituciones, es preciso orquestar una gigantesca voz colectiva que recuerde la necesidad de convertir promesas y discursos en realidades. El video que aqui mostramos es terriblemente revelador de esa realidad. Es necesario difundir este tipo de mensajes y discutirlos en nuestras comunidades de intereses, más allá del llamamiento a la reflexión personal.
Nosotros como ciudadanos tenemos el derecho y el deber de presionar a los responsables políticos para que cumplan con las promesas y los compromisos adquiridos. También para hacer una observancia más crítica de nuestros respectivos gobiernos y el uso del dinero público en funciónd de auténticas necesidades: necesitamos ayudar a definir el rumbo de las políticas públicas y colaborar en la jerarquización de las necesidades. Como sea, no podemos quedarnos de brazos cruzados, asumiendo que las cosas no pueden cambiar o que es natural el actual orden de las cosas. Desde el día 13 y hasta el 19 de octubre, multitud de colectivos sociales en todo el mundo se movilizaron para recordar a los dirigentes políticos la obligación que tienen de cumplir sus promesas. El viernes, Día Internacional contra la Pobreza, en varias ciudades españolas -por ejemplo- las personas salieron a la calle para reclamar el fin de la pobreza. Este tipo de movilizaciones son más útiles y motivadoras que, vaya otro ejemplo, las frecuentes marchas pagadas y organizadas en Venezuela para "respaldar" los berrinches del gobierno en contra del "imperio". Necesitamos construir un tipo de acción política y una ciudadanía que trascienda la visión miope de los gobernantes de turno, si estos fallaran en ofrecer un tipo de liderazgo verdaderamente universal y humanitario
Nosotros como ciudadanos tenemos el derecho y el deber de presionar a los responsables políticos para que cumplan con las promesas y los compromisos adquiridos. También para hacer una observancia más crítica de nuestros respectivos gobiernos y el uso del dinero público en funciónd de auténticas necesidades: necesitamos ayudar a definir el rumbo de las políticas públicas y colaborar en la jerarquización de las necesidades. Como sea, no podemos quedarnos de brazos cruzados, asumiendo que las cosas no pueden cambiar o que es natural el actual orden de las cosas. Desde el día 13 y hasta el 19 de octubre, multitud de colectivos sociales en todo el mundo se movilizaron para recordar a los dirigentes políticos la obligación que tienen de cumplir sus promesas. El viernes, Día Internacional contra la Pobreza, en varias ciudades españolas -por ejemplo- las personas salieron a la calle para reclamar el fin de la pobreza. Este tipo de movilizaciones son más útiles y motivadoras que, vaya otro ejemplo, las frecuentes marchas pagadas y organizadas en Venezuela para "respaldar" los berrinches del gobierno en contra del "imperio". Necesitamos construir un tipo de acción política y una ciudadanía que trascienda la visión miope de los gobernantes de turno, si estos fallaran en ofrecer un tipo de liderazgo verdaderamente universal y humanitario
Etiquetas: DDHH, Globalización, Sociedad
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