Por estos días, se ha impuesto como debate en Latinoamérica (si bien aquí nos referiremos a Venezuela) el tema de la permanencia indefinida de los funcionarios públicos en ejercicio, que resulten vencedores en sus respectivas contiendas electorales. Esta propuesta es presentada por sus promotores como un "logro" ciudadano, en la medida que "amplia" el catálogo de los derechos políticos. Sus partidarios esgrimen que la postulacion en cuanto tal no garantiza la continuidad en el cargo, misma que se desprendería de la valoración positiva o negativa que de la gestión de gobierno hagan los gobernados, expresada por la via de los votos. En contra, sus detractores temen la instauración de una dictadura, la creación de castas y la concentración del poder en manos de una sola persona, entre otros argumentos de lado y lado.


Desde luego, me intriga saber qué clase de mecanismos anímicos o sicológicos animan a un dirigente a convencerse de que su gestión es tan exitosa, que vale la pena inscribir reiteradamente su nombre al momento en que la sociedad considera el relevo. Tengo para mi que una de las más nobles virtudes de un lider es saber cuándo retirarse, para ver con cierta distancia de qué manera funciona el pais que han ayudado a construir. Es, claro está, una empresa titánica, un gesto de inusual humildad en el ambiente político, que demanda incluso una sabiduria de la que América Latina carece. Esta inquietud puedo entenderla gracias a la vanidad humana, al ego y el narcisismo que tristemente son inherentes al poder, que los estimula. En verdad, una persona que disfrute de una manera tan evidentemente apasionada del exhibicionismo mediático, puede resultarle inconcebible regresar al anonimato. Ahora bien, que un pueblo entero se convenza de que su destino histórico está encadenado a la figura de un único personaje, es otra cosa. El caudillismo del siglo XIX no sólo persiste, sino que amenaza con hipotecar el futuro de todo un continente, posponiendo cada vez el definitivo encauzamiento de estos paises al desarrollo.
Las postulaciones sucesivas, ad náuseam, tendrían lugar y sentido en sistemas políticos que evidencien una clara separación de poderes. A mi se me ocurre que yo apoyaría la propuesta, si me convenciera realmente de que ése poder electoral llamado a convocar elecciones reviste una transparencia y una fortaleza moral de tal magnitud, que evidentemente representa la totalidad de intereses del espectro político venezolano. Quién puede garantizarme que, llegado el momento, se reconocerá la voluntad del electorado? En las últimas elecciones hemos escuchado del primer mandatario cosas como (y cito) "Hay que impedirle a la burguesía venezolana ganar gobiernos regionales y municipales porque su intención es llevar a Venezuela por el camino del golpe y la violencia";Va a terminar en la cárcel este asqueroso traidor mafioso!" -refiriéndose al candidato opositor del Estado Sucre;"quizá termine sacando los tanques", en referencia a las opciones de Carabobo y Zulia, donde por cierto llamó al gobernador en ejercicio, Rosales, “desgraciado, ladrón, bandido y mafioso" y así un largo e inútil etcétera. No son las opciones electorales contrarias, expresiones legítimas de la voluntad popular? Porqué hay victorias de los venezolanos que son de "mierda" (chavez dixit)? No pueden excusarse estas arremetidas bajo ningún pretexto; toda contienda electoral es acalorada por naturaleza, pero lo que aqui se evidencia es un profundo desprecio a la democracia cuando no sonríe a los candidatos oficialistas: en la fiesta de la sociedad civil, las elecciones, no deberían entrar las amenazas cuartelarias ni los tanques y a nosotros, cada vez, se nos hace creer que asistimos a una despiadada guerra y no un plural ejercicio de ciudadania.

Es objetivo el poder electoral venezolano? Debe serlo, o al menos parecerlo. Debe saber disimular de vez en cuando. Pero también todos los poderes públicos, que son finalmente las instituciones de la República, sobre las que descanza la confianza y credibilidad de los ciudadanos. La aquiescensia de la Asamblea y el propio poder electoral, violando toda norma y procedimiento, elaborando de manera apresurada una consulta extemporánea sólo para satisfacer el capricho del lider, quien de manera descarada dicta los lineamientos en televisión para luego ser presentados como "iniciativa" parlamentaria, me ha dejado un amargo sabor de boca por la manera tan impúdica y vergonzosa de lo que se nos quiere vender como conquista colectiva. Esta "ampliación" de los derechos politicos no surge de las comunidades, preocupadas legítimamente por el inminente relevo en el 2012; no surge de la sociedad civil, de las universidades, de los sectores empresariales. Ni siquiera es producto de la agenda legislativa. Cómo, entonces, se conquista algo por lo que no se ha luchado? Conquistas , por ejemplo, lograron las mujeres a lo largo del siglo XX, muriendo en las calles y fábricas por alcanzar igualdad. Pero la nuestra es una revolución que, debiendo -y quizá en algún momento lo fue- levantarse desde abajo, ahora se gesta desde arriba. Lo de abajo es pretexto, excusa. Puro discurso, los excluidos, los pobres, los eternamente pospuestos incluso en 9 anos de patriota gestión. Que un funcionario, un Pedro de los palotes, pueda inscribirse tantas veces como quiera como candidato..vaya, qué gran conquista social!! Nada igual habia surgido desde la Revolución Francesa!! Compadre, sabes como es la cosa? No me ayudes!! A buen seguro que Pedro de los palotes estará muy satisfecho, pero a mi en verdad no me resuelve mis problemas que ese senor quiera seguir viviendo a costa del Estado.
Y si las instituciones venezolanas no me inspiran confianza, tanta más desazón me produce el propio discurso presidencial. Puede alguien, convencido hasta el tuétano de que no hay futuro posible en un pais que no gobierne, acatar responsablemente un eventual resultado adverso? Ha moldeado en sus seguidores ese mismo talante democrático? Me temo que existe un abismo, tal vez insalvable, entre un funcionario público que por acción de la política desempena una gestión de gobierno susceptible de evaluación; y un lider mundial insustituible que encabeza la "nueva independencia" de Venezuela en una cruzada global contra el sistema capitalista. Lo primero, el presidente que necesitamos, el que sospecho no hemos tenido, alguien que al menos nos muestre como logro que se redujo el desempleo. Lo segundo, la quimera alucinada, que nos ha costado tanto dinero y tanta confrontación innecesaria.
Un buen gobierno es antes que todo, un equipo de trabajo. Son ellos y somos nosotros, a fin de cuentas. No existe, no puede existir, un gobierno de una sóla persona, porque eso no se llama precisamente democracia. Y como equipo de trabajo, no hay imprescindibles, ni historia con mayúsculas, ni reencarnaciones de Bolivar en pleno siglo XXI. Hay problemas tan cercanos como la esquina de mi casa, donde un malandro me está esperando o peor, esperando a mis amigos, a mis hijos...es mucho pedir un humilde gobierno eficiente y no una voluntariosa pero inútil cruzada intergaláctica?


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